Una investigación realizada por científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona ha demostrado que el consumo de aceite de oliva virgen extra reduce la malignidad del cáncer de mama y ralentiza el crecimiento de los tumores. El estudio constata que las grasas de la dieta no producen ni curan el cáncer, sino que modulan el curso clínico de la enfermedad.
El Grupo Multidisciplinar para el Estudio del Cáncer de Mama de la UAB lleva tres décadas investigando el efecto de la ingesta de grasas en la evolución del cáncer de mama y ha experimentado con ratas con cáncer, a las que han tratado con diferentes dietas, y también con humanos. Este estudio parte de la base de que la incidencia de los tumores de mama es sensiblemente inferior en los países de la cuenca mediterránea, principales productores y consumidores de aceite de oliva.
La investigación, dirigida por Eduard Escrich, pretendía conocer qué efectos concretos tiene el consumo de distintos tipos de aceites, así como los mecanismos por los cuales estos alimentos podían interactuar con el tumor. El estudio, que ha contado con la colaboración de la Interprofesional del Aceite de Oliva, ha demostrado que el aceite de oliva frena la progresión del cáncer de mama y que lo hace a través de diversos y complejos mecanismos, entre los que destaca su acción inhibidora de las vías de proliferación de las células tumorales y la inducción de su muerte (proceso conocido como apoptosis).
El experimento también comprobó que los tumores de los individuos alimentados con dietas con aceite de oliva son de menor grado de malignidad. El doctor Escrich explica que la mayor parte de las investigaciones indican que cuando la enfermedad ya existe por otros motivos, ciertas grasas, como el aceite de oliva virgen, frenarían su progresión, mientras que otras, como las grasas saturadas o las omega 6, cuando se ingieren en elevadas cantidades, acelerarían el curso clínico del cáncer de mama.