Existe un grupo de vecinos de la capital, hombres y mujeres anónimos que merecen todos los reconocimientos. Son los voluntarios y trabajadores del Centro de Día de Santa Clara. En el mejor de los casos pueden ser unos 75-80 voluntarios de media a la semana, los mismos que cocinan, limpian, acompañan, charlan o ponen sus propios recursos a disposición de los demás, precisamente de quienes más lo necesitan. Están los “sin techo”, personas con o sin adicciones, con o sin problemas mentales que necesitan de la solidaridad y ayuda de los demás. Y están nuestros vecinos, personas que por circunstancias de la vida, una enfermedad, un accidente, la pérdida de un ser querido o de un trabajo, la vida se les ha vuelto del revés. Para todos está este dispositivo ubicado en el Convento de Santa Clara. En estas instalaciones se ofrece desayuno y ducha, además de los servicios propios de un centro de día.
De 9 a 10 de la mañana se sirven los desayunos y es la hora del aseo. A partir de las 10 y hasta las 20 horas se convierte en un hogar para los sin techo, en el que pueden descansar, charlar, ser tratados por una psicóloga y solicitar la ayudan que necesiten.
La media de desayunos al mes es de 150, una cifra que se eleva hasta los 200 en la época de recogida de aceituna. Además, este dispositivo cuenta con un grupo de “ayuda en la calle”. Vistan a unas 20-25 personas que viven en vías públicas de la ciudad. Aunque hay muchas más, en casas de ocupas, en naves y/o asentamientos. El objetivo de los trabajadores del centro es ayudar a quien lo necesita, devolverles la dignidad, que sean tratados como personas. Así lo cuenta el colaborador y educador social Pedro Pajares Cózar, que asegura que el centro es un lugar de paso, de baja exigencia, ya que no se limita el número de días que pueden asistir o unas normas estricto cumplimiento. “Desde aquí trabajamos por reducir el daño en las personas, muchas de ellas sin otra salida”, apunta Pajares.
Este centro, como es lógico, cuenta con innumerables necesidades. Entre ellas, las más imperiosas en este momento es que están faltos de leche, mantequilla y mermelada. También se puede ayudar aportando cada uno su colaboración, como voluntario, con ropa, utensilios, comida o aporte económico.
Así, desde Orgullosos de Jaén nuestro pequeño homenaje a todos los voluntarios que, a diario, incluso fines de semana, festivos, acuden a este centro, dependiente de Cáritas con el único fin de ayudar a los demás.
Carta de una voluntaria: