Comenzamos una nueva sección, en esta ocasión en colaboración con la Asociación Gastronómica Amigos del Santo Reino. Estos jienneneses, amantes de su tierra, de sus gentes y sus manjares, defensores de las tradiciones y, como no, del buen yantar, nos recomiendan una parada gastronómica en Baeza, ciudad Patrimonio de la Humanidad, para el deleite del paladar, pero también del resto de los sentidos.
En esta ocasión, los Amigos del Santo Reino nos recomienda…
Palacio de Gallego, la vuelta a lo tradicional.
Cuando uno se va acercando a esta antigua casa palacio situada en el corazón del casco antiguo de Baeza, uno se extrapola a otra época, calles que rebosan historia por los cuatro costados, olor a chimenea, historias de antepasados que hemos leído en muchos libros. Así, en esta situación entramos en el Palacio de Gallego, un local hostelero multidisciplinar enclavado en una joya arquitectónica de distintos ambientes donde poder degustar desde una cerveza en su zona de tasca, a platos a la brasa en el patio exterior, así como sentarse a comer de forma íntima en el comedor.
Conforme Los Amigos del Santo Reino íbamos entrando al palacio, nuestras papilas gustativas empezaban a salivar debido al olor a brasa que desprendía una magnífica parrilla situada en la zona del patio. Después de un pequeño recorrido por las instalaciones pasamos al salón principal donde tendría lugar nuestra comida mensual.
Una vez prestos y dispuestos a dejarnos llevar por nuestros sentidos, nuestros celebrantes comenzaban con una copa de vino blanco, en concreto Circe, un vino con Denominación de Origen Rueda, elaborado con Verdejo de viñas viejas, este vino nos servía para acompañar unas muy limpias anchoas del cantábrico de buen tamaño y gran sabor, además de unas berenjenas fritas y unas gambas rebozadas, dos platos muy típicos pero que a su vez son muy difíciles de darle el punto a la hora de freírlos, cuestión que en este caso pasaron con nota muy elevada.
Para acompañar a estos platos iniciales estuvieron presentes dos variedades de aceites virgen extra que nos sorprendieron muy gratamente. Se trata de los aceites baezanos de Oleícola Jaén variedad ecológica y de cosecha temprana Frantoio.
Cambiábamos de tercio y de vino. En esta ocasión se optó por un D.O. Toro Libranza 2009, un vino elaborado con uva 100% Tinta de Toro por la Bodega Matarredonda, un vino que nos sorprendió gratamente a todos los comensales.
Llegaba el momento de probar uno de los platos que, pese a su sencillez, más nos maravilló a los allí presentes, unos huevos con trufa, jamón ibérico y gambas, un plato que ninguno de los mortales deberían dejar de degustar en el Palacio de Gallego.
Nuestras miradas nos decían que la cosa iba bien y comenzaban a aparecer los siguientes platos: Un maravilloso atún a la brasa que todos celebramos por lo jugoso que estaba por dentro y el toque de la brasa, que lo hacía excepcional. Seguíamos con pescado. En este caso degustábamos un bacalao confitado con verduras a la brasa, sabores que nos seguían transmitiendo tradición.
Era el momento de los platos finales, y con las ascuas de la brasa en su punto, llegaban unas fabulosas mollejas de ternera acompañadas de unos níscalos a la brasa, un plato que saboreábamos lentamente con la intención de alargar ese sabor a pueblo que sólo una buena carne bien trabajada en las brasas es capaz de darte. Este plato servía de antesala de un solomillo de ternera a la brasa seguido de unas gachas, de las de toda la vida, que nos hacía concluir nuestra comida con una reflexión: “Que fácil y a la vez tan difícil es hacer las cosas bien”. ¡Que nunca se olviden nuestras raíces!