El Grupo de Investigación Microbiología e Inmunológica de la Universidad de Jaén ha comprobado los efectos protectores frente a infecciones que tienen las grasas del aceite de oliva virgen, en comparación con otro tipo de grasas. Los experimentos realizados por el equipo investiggador muestran que las grasas del aceite de oliva estimulan las células del sistema inmunológico consiguiendo una defensa efectiva frente a infecciones, mientras que otros tipos de grasas como los aceites de pescado provocan una sobreestimulación de estas células defensivas que tiene efectos negativos y que suele terminar en la muerte.
“Hemos alimentado a ratones con tres tipos de grasas, aceite de pescado, de girasol y de oliva, durante un mes, un tiempo considerable dado que la vida media de estos animales es de dos años aproximadamente”, subraya el investigador Grardo Álvarez de Cienfuegos. Cumplido este tiempo se ha sometido a los ratones a un tratamiento con la bacteria infecciosa Listeria monocytogenes para ver cómo reaccionaban. “Los resultados muestran que los animales alimentados con aceite de pescado murieron rápidamente, los alimentados con aceite de girasol murieron en un término medio y los que se han alimentado con aceite de oliva han superado la infección de la bacteria”, añade.
Esta investigación permite comprender mejor cómo estos tipos de grasas estimulan a los neutrófilos, las células del sistema inmunológico responsables de la defensa del organismo frente a infecciones. Álvarez de Cienfuegos destaca en este sentido que el grupo de UJA investiga también cómo actúan estas células en las personas con inmunosupresión, es decir aquellas personas que tienen su sistema de defensa inactivo. “Este trastorno es bastante corriente en personas de edad avanzada, en pacientes con diabetes o en personas que reciben tratamientos terapéuticos o procesos de quimioterapia”, detalla el investigador.
En los últimos experimentos realizados por el equipo los investigadores han usado agentes inmunosupresores en los ratones, y el resultado ha sido semejante, el aceite de oliva sigue siendo el que mayor curva de supervivencia consigue. “Esto se debe a que el aceite de pescado provoca una sobre-estimulación de las defensas, incrementa tantísimo los niveles de actividad de los neutrófilos de manera que sucede como en las enfermedades autoinmunitarias y el organismo sufre de forma patológica esta sobre-estimulación”, concluye el experto. Así, las grasas del aceite de oliva virgen estimulan las defensas del sistema inmunológico pero sin sobrepasar estos límites, siendo por tanto el tipo de grasa más saludable que podemos incorporar a la dieta.